Aunque hay dos cuya combinación las convierte en un tabú casi imposible
de pronunciar en voz alta.
Se puede estar dispuesto a hacer cualquier otra cosa que pueda
imitar el significado de estas y así escudarte en una acción que no te obligue
a enfrentarte a los demás antes de susurrarlas siquiera.
Algunos siempre intentan sustituirlas por sandeces para hacer reír
a los demás.
O puede que incluso quieras herir los sentimientos alguien delante
de los demás, en vez de decirlas.
Hay quien prefiere gastarse un dineral en ropa, en objetos o en
cualquier cosa que cambie su cuerpo para así decirlas en silencio
decirlas delante de los demás.
Por ellas se han cometido locuras poniendo en peligro a uno mismo
y demás, o se han logrado grandes gestas que han cambiado el mundo tal y como
lo conocemos.
Algunos levantan grandes monumentos en piedra a su persona, otros
llenan páginas de tinta para otros.
Todo eso parece más fácil, más útil, mejor que simplemente ponerse
delante del mundo y decir:
Yo existo.