Sisifo

by - octubre 14, 2016



En la mitología Sísifo fue un hombre que se atrevió  engañar a los dioses en dos ocasiones y por ello está condenado a empujar una piedras hasta subirla pro una colina del inframundo, pero cada vez que está cerca de su objetivo resbala y esta rueda del nuevo a la base donde debe empezar de nuevo.

En un ciclo sin fin, todo por no querer ser un mortal más.

Conclusión no le toques la moral a un dios.

Pero yo prefiero quedarme con otra interpretación de esa imagen.

Una metáfora donde todo aquel que busca destacar en algo o que desea conseguir algo debe empujar una enorme piedra solo por la colina hasta su cima. Pero nada hay fácil en esta vida y muchas veces, por no decir todas, la piedra resbalara hasta rodar a la base dejándonos frustrados y  con cara de estúpidos.

Algunos dejaran la piedra donde está y se marcharan en busca de una vida más tranquila, otros serán más masoquistas y volverán a la base, pensando donde y como han fallado y volverán a empujar la piedra en busca de la lejana cima intentando corregir sus errores pasados.

Muchos logran subir la piedra hasta la cima y elevarse triunfantes sobre el resto de los mortales, pero la mayoría seguirá empujándola y fracasando en su empeño durante toda su vida, pues como dice la proverbial frase:

Los hay que nacen con estrella y los hay que nacen estrellados.

A ambos hay que reconocerles su mérito.

Unos por su éxito, algo digno de admirar ya que es la prueba de que el trabajo y la constancia reciben su recompensa.

En otros, hay que admirar su fuerza de voluntad.

Porque todos empujamos nuestra piedra solos. Puede parecer que no pero en realidad al final uno solo depende si mismo para llevar esa carga hasta el final.

Y aunque a veces nuestra derrota pueda hacerse pública la mayoría de nuestros fracasos son con nosotros mismos.

Cuando vemos aquello que deseamos tener o en quien queremos convertirnos con total claridad pero no logramos alcanzarlo por mucho que lo intentemos y debemos enfrentarnos con lo que somos y con lo que al parecer nunca seremos.

Empujando esa piedra, preguntándote cuando caerá de nuevo. Sin maravillarte del pequeño triunfo que significa que vuelvas a estar empujándola.

Pues no se puede llegar a la cima de otra forma.

Y si lo consigues, aunque solo sea una vez…

Todo habrá valido la pena.

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